Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 2 ª: Importancia del descubrimiento de los distintos niveles o modos de realidad.

11.Textos y cuestiones para autoevaluación

1º A la luz de cuanto hemos visto en esta lección sobre los distintos planos o niveles de realidad, analicemos los siguientes textos de José Ortega y Gasset:

«...Por el pronto, dos vidas son incomunicantes. No se puede saltar de la una a la otra: cada una es hermética, cerrada hacia sí. Por ventura o por desgracia, no me puede doler la muela del prójimo ni cabe injertar en mí la delicia que acaso está gozando. Cada cual es el peludo robinson de su vida desierta. De ahí que, instalado el individuo en su solipsismo vital, tienda a cegarse para las existencias ajenas»14 .

«Mi humana vida, que me pone en relación directa con cuanto me rodea -minerales, vegetales, animales, los otros hombres-, es, por esencia, soledad». «Sólo en nuestra soledad somos nuestra verdad»15.

¿Es aceptable la afirmación orteguiana de que el hombre está siempre e inevitablemente solo? Para contestar, conviene advertir en qué plano de la realidad se mueven, por una parte, los ejemplos que aduce y, por otra, las consecuencias que extrae16.

2º En su conocida Historia de un caballo, el escritor ruso León Tolstoi critica acerbamente la obsesión de poseer que tienen muchas personas que se creen superiores pero se mueven en un nivel ridículamente rastrero. Lo hace a través del protagonista, el caballo de nombre «Patizanco»:

«...Lo que nunca he logrado entender es el comportamiento de los hombres, esa raza animal tan extraña a la que tan ligada está nuestra suerte...¡Son raros! Nunca pude comprender el significado de la palabra propiedad y muchísimo menos entendí que yo....pudiese ser considerado propiedad de un hombre... La verdad es que cuando oía, refiriéndose a mí, a un potro vivo..., cuando oía las palabras ´ mi caballo´ , me parecía todo tan tonto y tan raro como si yo dijese, por ejemplo, ´ mi yerba´... o ´ mi aire´... o ´ mi agua´ ».

«Mío... mía... míos... Estas son las palabras que más se me han grabado en la vida... Al principio me hacían mucho daño...Luego, ya menos... Porque luego llegué a la conclusión de que los hombres, en su vida, le dan mucha mas importancia a las palabras que a las obras... Creo que lo que más les interesa no es la posibilidad de hacer o no hacer una cosa, sino hablar y hablar y hablar de lo que ya existe llamándole ´mío´ y ´ mía´...».

«Y lo que es peor: hay hombres que llaman suyos a otros hombres que ni siquiera conocen, pero a quienes hacen sufrir una y otra vez». «...Año tras año (...) yo sólo he visto a los hombres acumular esas propiedades, que llaman ´ suyas´ , y pensar sólamente en su provecho personal»17 .

¿Por qué le parece «raro» al caballo que lo consideren como una pertenencia, una propiedad? ¿Qué sentido tienen los adjetivos posesivos y los pronombres «mi» y «mio» en las expresiones «mi casa», «mi finca», «mis amigos», «mis padres», «mis libros favoritos», «mi intérprete preferido», «mis trabajos», «mi vocación», «mi cuerpo», «mi destino...? Si ahondamos en este sugestivo tema, comprenderemos multitud de cuestiones esenciales de la vida humana.

3º El gran filósofo y teólogo alemán Jürgen Moltmann describe, en el texto siguiente, el modo como va el aprendiz de conductor ensamblándose poco a poco en el coche hasta crear con él un modo singular de unidad operativa. Si lo leemos a la luz de la teoría de los ámbitos, lo comprenderemos perfectamente y le daremos todo su alcance.

«Cuando uno aprende a conducir, tiene al principio la impresión de estar sentado con su pequeño cuerpo dentro de una gran máquina extraña. Pero luego empieza a identificarse con esa máquina. Va adquiriendo sentido de las medidas externas de su coche. Se funde con su automóvil en una especie de unidad circulatoria. Su coche pasa a ser su cuerpo. Si tiene entonces un accidente, no dirá "el otro ha pegado con su coche contra el mío" , sino "el otro me ha pegado". Muchas veces, entonces, se siente ofendido, y requiere una cierta reflexión antes de que vuelva a cobrar distancia frente a su malparado automóvil, que los seguros se encargarán de reparar. El auto, por tanto, no es concebido tan sólo como material de locomoción, como "soporte móvil", sino como parte de uno mismo. El conductor no es sólo señor de su coche; el coche repercute sobre él como cuerpo propio suyo y le impone su cuño.

Semejante ampliación de la conciencia de sí tiene lugar también en el trabajo de las fábricas, en los negocios, en el hospital, en la lectura del periódico, en la televisión. El material con el que uno trabaja es, a la vez, el medio en el que uno se mueve. La actividad que un sujeto puede desplegar está acompañada de las repercusiones a las que dicho sujeto se expone. Su propia existencia se lleva a efecto en el juego conjunto entre su entorno y él mismo. Cada vez resulta más difícil distinguir entre lo que él mismo es y ese su entorno hecho por los hombres, ya que sus utensilios en modo alguno son los instrumentos de los que se sirve soberanamente, sino que son a la vez una parte de su propia figura, del mismo modo como él es también una parte de la figura de ellos. La relación de hombre y máquina, entendiendo aquí a la "máquina" en el sentido amplio de obra o producto humano, no es la relación de sujeto y objeto, o sujeto e instrumento, sino más bien una nueva figura unitaria de máquina-hombre»18.

Es cierto que el conductor se va uniendo más y más al coche que conduce hasta que forma con él una especie de tercera realidad: conductor en acto de conducir el coche, coche en acto de ser conducido. Pero, esta realidad global «conductor-coche» ¿es el resultado de la «fusión» de ambos? ¿Puede decirse que «su coche pasa a ser su cuerpo»? ¿En qué sentido los utensilios que el hombre usa son «una parte de su propia figura, del mismo modo que él es también una parte de la figura de ellos»?.

Si consideramos los utensilios como «objetos», no podremos comprender hasta el fondo y con precisión ese tipo de unidad intensa que forman el conductor y el coche, el piloto y el avión, el organista y el órgano... 19

La lectura atenta del texto de Moltmann nos dispone el ánimo para estudiar a fondo la Unidad siguiente, pues su análisis sólo podemos realizarlo de modo aquilatado si descubrimos la posibilidad de convertir ciertos objetos en ámbitos.

14 Cf. Obras Completas, vol. VI, Revista de Occidente, Madrid 1961, p. 437.

15 Cf. El hombre y la gente, Revista de Occidente, Madrid 1957, págs. 24, 73.

16 Puede verse un análisis de este texto en mi obra El arte de pensar con rigor y vivir de forma creativa, PPC Madrid 1993, págs. 39-41.

17 Cf. O.cit., Ediciones MK, Madrid 1979, págs. 38-40.

18 Cf. El hombre. Antropología cristiana en los conflictos del presente, Sígueme, Salamanca, 1973, p.43.

19 El fenomenólogo francés Maurice Merleau-Ponty subraya el tipo de unidad singular que funda el organista con la consola del órgano. El intérprete no intenta tejer sólamente un conjunto de relaciones objetivas con las teclas y los registros; quiere crear una trama musical en el medio expresivo que es el órgano. Esa trama es un ambito sonoro desbordante de sentido. Cf. Phénoménologie de la perception, Gallimard, París 191945, p. 170.

Glosario 2

Jerárquico

La palabra jerarquía, compuesta de los términos griegos hierós (sagrado) y árchomai (yo mando), designó a partir del siglo XV la capacidad de mando de los superiores eclesiásticos. Si entendemos mando como autoridad (capacidad de promover, en latín augere), podemos entender la relación jerárquica como un modo de unión en la cual una vertiente de la realidad configura a las otras y orienta su actividad.

Sobrecogimiento

El sentimiento de admiración, asombro y conmoción que nos produce una realidad debido a su elevado valor. El sobrecogimiento suele darse en situaciones de recogimiento, vinculadas a las formas positivas de silencio y soledad.

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