1º
A la luz de cuanto hemos visto en esta lección sobre
los distintos planos o niveles de realidad, analicemos los siguientes
textos de José Ortega y Gasset:
«...Por
el pronto, dos vidas son incomunicantes. No se puede saltar
de la una a la otra: cada una es hermética, cerrada hacia
sí. Por ventura o por desgracia, no me puede doler la
muela del prójimo ni cabe injertar en mí la delicia
que acaso está gozando. Cada cual es el peludo robinson
de su vida desierta. De ahí que, instalado el individuo
en su solipsismo vital, tienda a cegarse para las existencias
ajenas»14
.
«Mi humana vida, que me pone en relación directa
con cuanto me rodea -minerales, vegetales, animales, los otros
hombres-, es, por esencia, soledad». «Sólo
en nuestra soledad somos nuestra verdad»15.
¿Es
aceptable la afirmación orteguiana de que el hombre está
siempre e inevitablemente solo? Para contestar, conviene advertir
en qué plano de la realidad se mueven, por una parte,
los ejemplos que aduce y, por otra, las consecuencias que extrae16.
2º
En su conocida Historia de un caballo, el escritor ruso
León Tolstoi critica acerbamente la obsesión de
poseer que tienen muchas personas que se creen superiores pero
se mueven en un nivel ridículamente rastrero. Lo hace
a través del protagonista, el caballo de nombre «Patizanco»:
«...Lo
que nunca he logrado entender es el comportamiento de los hombres,
esa raza animal tan extraña a la que tan ligada está
nuestra suerte...¡Son raros! Nunca pude comprender el significado
de la palabra propiedad y
muchísimo menos entendí que yo....pudiese ser
considerado propiedad de un hombre... La verdad es que cuando
oía, refiriéndose a mí, a un potro vivo...,
cuando oía las palabras ´ mi caballo´ , me
parecía todo tan tonto y tan raro como si yo dijese,
por ejemplo, ´ mi yerba´... o ´ mi aire´...
o ´ mi agua´ ».
«Mío...
mía... míos... Estas son las palabras que más
se me han grabado en la vida... Al principio me hacían
mucho daño...Luego, ya menos... Porque luego llegué
a la conclusión de que los hombres, en su vida, le dan
mucha mas importancia a las palabras que a las obras... Creo
que lo que más les interesa no es la posibilidad de hacer
o no hacer una cosa, sino hablar y hablar y hablar de lo que
ya existe llamándole ´mío´ y ´
mía´...».
«Y
lo que es peor: hay hombres que llaman suyos a otros hombres
que ni siquiera conocen, pero a quienes hacen sufrir una y otra
vez». «...Año tras año (...) yo sólo
he visto a los hombres acumular esas propiedades, que llaman
´ suyas´ , y pensar sólamente en su provecho
personal»17
.
¿Por
qué le parece «raro» al caballo que lo consideren
como una pertenencia, una propiedad? ¿Qué
sentido tienen los adjetivos posesivos y los pronombres «mi»
y «mio» en las expresiones «mi casa», «mi
finca», «mis amigos», «mis padres»,
«mis libros favoritos», «mi intérprete
preferido», «mis trabajos», «mi vocación»,
«mi cuerpo», «mi destino...? Si ahondamos en
este sugestivo tema, comprenderemos multitud de cuestiones esenciales
de la vida humana.
3º
El gran filósofo y teólogo alemán Jürgen
Moltmann describe, en el texto siguiente, el modo como va el
aprendiz de conductor ensamblándose poco a poco en el
coche hasta crear con él un modo singular de unidad
operativa. Si lo leemos a la luz de la teoría de
los ámbitos, lo comprenderemos perfectamente y le daremos
todo su alcance.
«Cuando
uno aprende a conducir, tiene al principio la impresión
de estar sentado con su pequeño cuerpo dentro de una
gran máquina extraña. Pero luego empieza a identificarse
con esa máquina. Va adquiriendo sentido de las medidas
externas de su coche. Se funde con su automóvil en una
especie de unidad circulatoria. Su coche pasa a ser su cuerpo.
Si tiene entonces un accidente, no dirá "el
otro ha pegado con su coche contra el mío" , sino
"el otro me ha pegado". Muchas veces, entonces,
se siente ofendido, y requiere una cierta reflexión antes
de que vuelva a cobrar distancia frente a su malparado automóvil,
que los seguros se encargarán de reparar. El auto, por
tanto, no es concebido tan sólo como material de locomoción,
como "soporte móvil", sino como parte de uno
mismo. El conductor no es sólo señor de su coche;
el coche repercute sobre él como cuerpo propio suyo y
le impone su cuño.
Semejante
ampliación de la conciencia de sí tiene lugar
también en el trabajo de las fábricas, en los
negocios, en el hospital, en la lectura del periódico,
en la televisión. El material con el que uno trabaja
es, a la vez, el medio en el que uno se mueve. La actividad
que un sujeto puede desplegar está acompañada
de las repercusiones a las que dicho sujeto se expone. Su propia
existencia se lleva a efecto en el juego conjunto entre su entorno
y él mismo. Cada vez resulta más difícil
distinguir entre lo que él mismo es y ese su entorno
hecho por los hombres, ya que sus utensilios en modo alguno
son los instrumentos de los que se sirve soberanamente, sino
que son a la vez una parte de su propia figura, del mismo modo
como él es también una parte de la figura de ellos.
La relación de hombre y máquina, entendiendo aquí
a la "máquina" en el sentido amplio de obra
o producto humano, no es la relación de sujeto y objeto,
o sujeto e instrumento, sino más bien una nueva figura
unitaria de máquina-hombre»18.
Es cierto que el conductor se va uniendo más y más
al coche que conduce hasta que forma con él una especie
de tercera realidad: conductor en acto de conducir el coche,
coche en acto de ser conducido. Pero, esta realidad global
«conductor-coche» ¿es el resultado de la «fusión»
de ambos? ¿Puede decirse que «su coche pasa a ser
su cuerpo»? ¿En qué sentido los utensilios
que el hombre usa son «una parte de su propia figura, del
mismo modo que él es también una parte de la figura
de ellos»?.
Si
consideramos los utensilios como «objetos», no podremos
comprender hasta el fondo y con precisión ese tipo de
unidad intensa que forman el conductor y el coche, el piloto
y el avión, el organista y el órgano... 19
La
lectura atenta del texto de Moltmann nos dispone el ánimo
para estudiar a fondo la Unidad siguiente, pues su análisis
sólo podemos realizarlo de modo aquilatado si descubrimos
la posibilidad de convertir ciertos objetos en ámbitos.
14
Cf. Obras Completas, vol. VI, Revista de Occidente, Madrid
1961, p. 437.
15
Cf. El hombre y la gente, Revista de Occidente, Madrid
1957, págs. 24, 73.
16
Puede verse un análisis de este texto en mi obra El
arte de pensar con rigor y vivir de forma creativa, PPC
Madrid 1993, págs. 39-41.
17
Cf. O.cit., Ediciones MK, Madrid 1979, págs. 38-40.
18
Cf. El hombre. Antropología cristiana en los conflictos
del presente, Sígueme, Salamanca, 1973, p.43.
19
El fenomenólogo francés Maurice Merleau-Ponty
subraya el tipo de unidad singular que funda el organista con
la consola del órgano. El intérprete no intenta
tejer sólamente un conjunto de relaciones objetivas con
las teclas y los registros; quiere crear una trama musical
en el medio expresivo que es el órgano. Esa trama es
un ambito sonoro desbordante de sentido. Cf. Phénoménologie
de la perception, Gallimard, París 191945,
p. 170.
|