1º) En La metamorfosis16,
Kafka nos muestra a un joven convertido en un bicho desvalido.
No se trata propiamente del descenso de un hombre al nivel animal,
pues el desventurado sigue pensando y sintiendo como un ser
humano. Se trata obviamente de una imagen, que da cuerpo
al ámbito de humillación a que se vió
reducido Gregorio Samsa debido a la actitud de los familiares,
para los cuales no era sino un medio para sostener económicamente
la familia. La tensión de la obra procede de la voluntad
de Samsa de volver a elevarse al nivel de la creatividad. En
un momento, parece levantar el ánimo al oir una melodía
musical que su hermana toca en el violín. Pero es precisamente
esta hermana la que provoca su anulación como persona
al decir a sus padres que «eso» que está ahí
ya no es «Gregorio», sino «un bicho», un
"monstruo"17.
Lo único que unía todavía a Samsa con el
nivel de la creatividad y, por tanto, con la vida humana personal
era su voluntad de ayudar económicamente a su hermana
a ampliar estudios en el conservatorio de Praga18.
Al romperse esa mínima relación con el mundo de
la creatividad, Samsa desaparece de la escena19.
Su ámbito de realidad personal perece por asfixia,
porque, como veremos ampliamente en la próxima Unidad,
«el hombre es un ser de encuentro», un ámbito
que procede del encuentro y está llamado al encuentro.
Lo que perece al morir el Gregorio-insecto es el último
resto de posibilidad creadora que le quedaba al Gregorio-persona20.
2º) La salvaje -de Jean Anouilh- nos presenta a
Teresa en la mansión de su prometido, un joven triunfador
en todos los aspectos.En la sala de visitas resalta una estantería
repleta de libros de bella factura. Teresa, que representa y
encarna el mundo de la extrema pobreza, se pone fuera de sí,
toma los libros a puñados y los arroja contra la pared
mientras dice:"Quiero que, cuando vuelva, los encuentre
ahí a sus cochinos libros"21.
Su padre, un hombre elemental, no comprende el gesto de su hija
y le pregunta sorprendido qué le han hecho «esos
inofensivos libracos».
Un libro integra diversos modos de realidad. ¿Cuál
de ellos provoca la ira de Teresa? ¿Por qué se muestra
sorprendido el padre ante la reacción airada de su hija?
Todo libro presenta en primer lugar un modo de realidad físico;
tiene un volumen, un peso, unas medidas, un material... Este
material puede ser de calidades distintas: estar mejor o peor
trabajado, producir impresión lujosa o pobre. En cuanto
transmite un contenido determinado, el libro ensambla el modo
objetivo de realidad con un modo ambital, que
abarca diversas vertientes: la intelectual, la afectiva, la
volitiva, la creativa... Este modo de realidad ambital engendra
poder, ya que el saber abre muchas posibilidades en la
vida.
Teresa es una joven inteligente, pero de formación precaria:
un diamante en bruto. Al adentrarse en el mundo de su novio
-un ámbito desbordante de posibilidades de todo orden-,
percibe de modo abrupto el desnivel abismal que media entre
el mundo de la pobreza y el de la riqueza. El mundo poderoso
de la riqueza viene simbolizado en primer término
por el lujo de la sala en la que se halla y, en un plano más
profundo, por el saber que otorgan los libros. El gesto de arrojar
los libros de forma intempestiva e injuriosa encarna la colisión
que se estaba dando en su ánimo entre la atracción
que ejercía el mundo de la riqueza sobre ella y el desvalimiento
humillante que provoca la ignorancia. No son los libros vistos
como ejemplares concretos, ni el saber que ellos encierran lo
que irrita a Teresa; es el poder que confiere el saber.
Su padre se halla atenido en todo momento a las impresiones
más superficiales. Ve los libros en su aspecto concreto
y externo, y no entiende que éstos le hayan podido hacer
a su hija el menor mal. No advierte que Teresa maltrata unos
libros concretos, pero lo que ataca es algo menos tangible y
más eficiente.
Al final de la obra, Teresa nos sorprende con una acción
todavía más llamativa: abandona a su novio días
antes de la boda, sin que haya mediado el menor incidente. Le
oye tocar en el piano una obra llena de armonía, y piensa
que ésta es símbolo de la riqueza desbordante
que alberga el mundo de su prometido. En tal océano de
felicidad ella no va a ser sino una simple gota. Esa plenitud
se contrapone de repente a la extrema penuria de quienes siguen
sometidos al mundo de la pobreza -al que ella pertenece por
sus raíces- y se va en busca de alguien que no tenga
en la vida otra esperanza que la de encontrar un amor sincero.
«Siempre habrá un perro perdido en alguna parte
que me impedirá ser feliz»22.
Un afamado crítico de teatro afirma que Teresa actúa
aquí de forma histérica, falta de toda
motivación racional. Esta interpretación empobrece
el sentido de la obra. Es cierto que en el plano de los objetos
y acciones externas que perciben los sentidos no ha sucedido
nada que justifique su acción. Pero en el plano de los
afectos profundos, de la colisión de ámbitos de
vida -el ámbito de la pobreza y el ámbito de la
riqueza-, Teresa vivió un largo drama, y al final lo
resolvió a impulsos de una actitud generosa. Para
una persona desamparada, su amor podría significarlo
todo en la vida. Para un hombre desbordante de riqueza -es decir:
de todo género de posibilidades- su amor no iba a ser
sino un elemento más en una decoración ya recargada.
Este ejemplo literario nos revela que para entender los acontecimientos
de la vida humana debemos distinguir los diferentes modos de
realidad y precisar cuidadosamente en cuál de ellos se
mueve cada persona en cada momento. Analizada en el plano de
los ámbitos, la expresión «¡Cochinos
libros!», de por sí un tanto vulgar, se carga
de sentido «poético», porque expresa el ámbito
de colisión del mundo de la pobreza y el mundo de
la riqueza. El lenguaje poético es lenguaje referido
a ámbitos. El lenguaje prosaico transmite datos objetivos.
El lenguaje poético nos ofrece imágenes,
con su doble vertiente: sensible y suprasensible. En el acto
de arrojar los libros y maldecirlos vemos, en primer lugar,
un gesto y una figura sensibles, y, más allá,
intuimos la lucha interior que se está librando en el
espíritu de la joven pobre enamorada del joven rico.
La literatura
de calidad expresa los ámbitos y los entreveramientos de
ámbitos que tejen la trama de la vida humana. Estos ámbitos
se dan en un plano distinto al de los objetos y los meros hechos,
pero se apoyan siempre en él. La sonrisa es algo más
que la suma de los gestos de la cara, pero sin éstos no
puede existir. La vinculación viva y expresiva de ambos
planos complementarios de realidad se da en las imágenes.
Nada ilógico que la literatura se exprese con imágenes.
Acostumbrarnos al lenguaje complejo de las imágenes es
indispensable para interpretar las obras literarias y hacerse
cargo de su mensaje humanístico más hondo.
3º)
Todo ámbito está de por sí abierto a otros
ámbitos. Su rango como ámbito depende de su capacidad
de abrirse a otros ámbitos, entreverarse con ellos y
fundar, así, ámbitos nuevos de mayor amplitud.
Pero estos entreveramientos de ámbitos pueden ser de
dos tipos: colisionales o armónicos. Toda
la vida humana consiste en tejer y destejer ámbitos de
todo orden. La tarea básica de la literatura es expresar
esta trama de actividades creadoras o anuladoras de ámbitos.
El conflicto de Antígona (en la tragedia homónima
de Sófocles) no consiste en el enfrentamiento entre dos
personas individuales -Creonte y Antígona- sino entre
los ámbitos que ellas encarnan y de los que son imagen:
el ámbito de la ley (Creonte) y el ámbito
de la piedad fraterna (Antígona), que es una especie
de ley divina, inmutable, no escrita pero grabada
en el corazón23.
Por eso todavía hoy nos afecta profundamente esta
historia, que puede muy bien ser la nuestra si nuestros sentimientos
se ven enfrentados con una entidad poderosa que impone su «ley».
En Todos los hijos de Dios tienen alas24,
Eugene O´Neill describe el amor de dos jóvenes,
él de raza blanca y ella de raza negra. No hay problema
alguno entre ellos, como personas. Se quieren, y desean crear
una familia. Pero pertenecen a dos grupos sociales antagónicos,
dos ámbitos de vida irreconciliables en ese momento y
lugar. El choque se da entre ámbitos, no entre personas.
Por eso, se eleva la obra a un nivel de alta calidad y se torna
«clásica», en cuanto desborda las limitaciones
de espacio y tiempo y afecta a toda persona que viva las tensiones
de los ámbitos que forman el tejido de su sociedad.
16
Cf. O. cit., Alianza Editorial, Madrid 1966; Die Verwandlung,
en Sämtliche Erzählungen, Fischer, Frankfurt
1970.
17
Cf. La metamorfosis, págs. 99, 97; Die Verwandlung,
págs. 97, 94.
18
Cf. La metamorfosis, p. 52; Die Verwandlung, p.
75.
19
"Pensaba con emoción y cariño en los suyos.
Hallábase, a ser posible, aún más firmemente
convencido que su hermana de que él tenía que
desaparecer. Y en tal estado de apacible meditación e
insensibilidad permaneció hasta que el reloj de la iglesia
dio las tres de la madrugada. (...) Luego, a pesar suyo, su
cabeza se hundió por completo y su hocico despidió
débilmente su postrer aliento" (Cf. La metamorfosis,
p. 103; Die Verwandlung, p. 96).
20
Un amplio análisis de La metamorfosis puede verse
en mi obra Literatura y formación humana, San
Pablo, Madrid 1997, págs. 147-157.
21
Cf. La sauvage, La Table Ronde, París 1958, p. 89;
La salvaje, en Teatro. Piezas negras, Losada,
Buenos Aires 1968, 4ª ed. p. 113.
22
Cf. La sauvage, p. 181; La salvaje, p. 181.
23
Cf. J.Mª Lucas de Dios: Introducción a Sófocles:
Ayax, Las Traquinias, Antígona, Edipo Rey, Editora
Nacional, Madrid 1977, págs. 38-40. Entre las diversas
recreaciones contemporáneas de la obra de Sófocles
destaca la de J. Anouilh; Antígona, en Teatro.
Nuevas piezas negras, Losada, Buenos Aires 1969, 3ª
ed; Antigone, Ed. de la Table Ronde, París 1978.
24
Cf. All God's Chillum Got Wings, Cape, London 1973.
 
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