Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 4ª: El encuentro y el descubrimiento de los valores

2. El encuentro es un entreveramiento de ámbitos

El protagonista del relato de Saint-Exupéry El principito comienza confesando que, en su niñez, se sintió decepcionado de las personas mayores por desviar su atención de la tarea creativa que más le atraía -la pintura- y orientarla hacia cuestiones que ellas juzgaban más prácticas. Y agrega una nota escalofriante: «Viví así solo, sin nadie con quien hablar verdaderamente (...)»3 .
El quería hablar de amistad, y las personas mayores preferían hablar de cifras.

«Las personas mayores aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: ´¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?´ En cambio, os preguntan: ´¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?´. Sólo entonces creen conocerle»4.

Esta actitud calculadora, que quiere conocer los datos que permiten fichar y dominar, no propicia el encuentro; lo imposibilita5.

Más adelante se indica que el principito deseó establecer amistades pero no acertó con el camino que lleva al encuentro. Subió a una alta montaña y quiso reclutar amigos a gritos. «Sed amigos míos, estoy solo -dijo el principito"6. Lógicamente, no obtuvo respuesta, porque las respuestas hay que merecerlas mediante un recto planteamiento de las preguntas. Sólo recibió el eco de sus palabras, que es una repetición mecánica, no creativa.

Posteriormente, quiso tomar al zorro como medio para combatir la tristeza, y el zorro, que juega aquí el papel de la sabiduría, le hizo saber que la primera actitud hacia otra persona debe ser la de crear con ella, pacientemente, una relación de amistad -en lenguaje animal, de «domesticación»-.

 

Zorro, de Franz Marc, 1880-1916
Gentileza del Museo Von der Heydt de Wuppertal (Alemania)

- «Ven a jugar conmigo -le propuso el principito-. ¡Estoy tan triste!...
- No puedo jugar contigo -dijo el zorro-. No estoy domesticado.
- ¡Ah! Perdón -dijo el principito.
- Pero, después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa ´domesticar´ ?
- (...) Es una cosa demasiado olvidada -dijo el zorro-. Significa 'crear lazos ...'
- ¿Crear lazos?
- Sí -dijo el zorro-. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo...»8 «He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos». «El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante»8.

La lección está clara: El encuentro no es producto de un mero acercamiento físico; es fruto de un ensamblamiento paciente y generoso de dos ámbitos de vida que «saben lo que buscan», como los niños.

«Pierden tiempo por una muñeca de trapo y la muñeca se transforma en algo muy importante, y si se les quita la muñeca, lloran». «Tienen suerte -dijo el guardaagujas9.

Efectivamente, tienen suerte porque convierten un objeto en ámbito y hacen posible con ello el encuentro, acontecimiento que nos realiza como personas. Si los niños lloran al quitarles la muñeca, no es por perder un objeto sino por quedar privados de una relación de encuentro.

3 Cf. El principito, Alianza Editorial, Madrid 1972, 2ª ed., p. 13; Le petit prince, Harbrace Paperbound Library, Harcourt, Nueva York 1943, p. 5.

4 Cf. El principito, págs. 23-24; Le petit prince, págs. 16-17.

5 Entre los autores contemporáneos, el que tal vez insistió más enérgicamente en esta idea fue Gabriel Marcel, para el cual el ser humano no es «inventariable», no se reduce a un conjunto de datos. Cf. Position et approches concrètes du mystère ontologique, Vrin, Paris 1949 (Aproximación al misterio del ser, Encuentro, Madrid 1987); Les hommes contre l'humain, La Colombe, Paris 1951 (Los hombres contra lo humano, Hachette, Buenos Aires 1955).

6 Cf. El principito, p. 76; Le petit prince, p. 76.

7 Cf. El principito, págs. 80-82; Le petit prince, págs. 78-79.

8 Cf. El principito, p. 87; Le petit prince, p. 87.

9 Cf. El principito, p. 89; Le petit prince, p. 89.


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