Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 4ª: El encuentro y el descubrimiento de los valores

7. Sentimientos que suscita el encuentro

Si cumplo las condiciones del encuentro, sigo un proceso fecundísimo de perfeccionamiento personal. Comienzo por reconocer de buen grado que las otras personas constituyen centros de iniciativa, igual que yo, abarcan cierto campo, ejercen influjo sobre otras realidades y son influidas por ellas. Lo acepto gustoso porque presiento que esta multiplicidad de seres valiosos es una fuente de posibilidades y de riqueza para todos.

Cuando nuestra meta en la vida es colaborar, crear formas de unidad solidarias y fecundas, ganamos la capacidad de enriquecernos mutuamente, entregarnos sin perdernos, ofrecer a los otros posibilidades de vida sin amenguar las nuestras, antes incrementándolas. He aquí en juego, nuevamente, una de las «leyes» o constantes de la vida personal creativa: Los bienes espirituales y los valores no se amenguan al compartirse; acrecientan su calidad. Compartir la belleza de un concierto o un poema no equivale a repartir una tarta; es una actividad de orden superior.

Si comparto contigo mis posibilidades y tú las aceptas activamente, creamos conjuntamente un campo de juego y ampliamos nuestro ámbito de vida. Al tomar conciencia de que estamos en camino de plenitud, sentimos alegría, gozo, que no coincide siempre con el goce.

La alegría alcanza el grado de entusiasmo cuando nos encontramos con una realidad muy valiosa que nos ofrece grandes posibilidades, de forma que, al asumirlas activamente, salimos de nuestro estado cotidiano y nos elevamos a lo mejor de nosotros mismos. La palabra griega «enthousiasmós» significa «estar sumergido en lo divino», es decir: en lo perfecto -en cuanto a bondad, belleza, justicia...-. Por otra parte, salida de sí se dice en griego «ec-stasis». El concepto de «eros» en Platón significa la salida ascendente del hombre hacia «lo divino», «lo perfecto». En Plotino, el desarrollo del hombre se da por la vía de ascenso hacia la unidad que él denomina precisamente «éxtasis». (Esta salida de sí ascendente se contrapone a la salida de sí hacia la soledad y la destrucción que constituye una forma de vértigo, según veremos).

Uno se entusiasma cuando advierte que está realizando plenamente lo que intuye de alguna forma que es su propia vocación y misión en la vida. Al bordear de este modo la plenitud, sentimos felicidad, y ésta se traduce en los sentimiento de amparo, paz, júbilo festivo. No nos sentimos amparados cuando logramos controlarlo todo y dominarlo, sino cuando nos entregamos confiadamente al riesgo del encuentro. Este amparo se traduce en honda paz y en el júbilo propio de los acontecimientos festivos. Cuando hay encuentro, hay fiesta, incluso en condiciones difíciles, y se transfigura el tiempo y el espacio.

Una vez que el principito y el piloto se encontraron de veras, y aprendieron el secreto de la amistad y dispusieron el ánimo para «volver a los suyos», todo se transfiguró a su alrededor:

1. Los espacios siderales.

«Tú tendrás estrellas como nadie las ha tenido», le dijo el principito al piloto. «Cuando mires al cielo, por la noche, como yo habitaré en medio de ellas, como yo reiré en una de ellas, será para ti como si rieran todas las estrellas. ¡Tú tendrás estrellas que saben reír!»22

2. La muerte.

«Parecerá que he muerto y no será verdad», indicó el principito23.

3. El paisaje.

«Es un gran misterio. Para vosotros, que también amáis al principito, como para mi, nada en el universo sigue siendo igual si en alguna parte, no se sabe dónde, un cordero que no conocemos ha comido, sí o no, a una rosa». «Este es para mí el más bello y más triste paisaje de la tierra. Es el mismo paisaje de la página precedente, pero lo he dibujado una vez más para mostrároslo bien. Aquí fue donde el principito apareció en la Tierra, y luego desapareció"24.

La exultación festiva propia del encuentro es una fuente inagotable de júbilo. Testimonios dramáticos de personas sometidas a situaciones límite nos confirman en la idea de que el encuentro redime al hombre del abatimiento que produce el dolor y la frustración extrema. Esta convicción nos abre mil posibilidades de obtener consuelo en momentos duros, en los que parece cerrado todo horizonte de mejora.

El proceso de «éxtasis» -o «elevación a lo mejor de nosotros mismos»- al principio nos exige todo, porque parte de una actitud de generosidad y desinterés; nos lo promete todo, y nos concede todo al final: nos lleva a plenitud. He ahí por qué el que da y se da no se pierde, no se enajena o aliena; alcanza su plena identidad personal, su madurez como persona.

22 Cf. El principito, págs. 104-105; Le petit prince, p. 104.

23 Cf. El principito, p. 106; Le petit prince, p. 106.

24 Cf. El principito, págs. 111-113; Le petit prince, págs. 111-113.

 


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