Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 4ª: El encuentro y el descubrimiento de los valores

9. Ideas para una síntesis

Crear relaciones de encuentro es decisivo en la vida humana. El encuentro no se reduce a mera vecindad física; implica un entreveramiento de dos ámbitos.

Las obras literarias de calidad nos invitan constantemente a movernos en nivel de ámbitos y, por tanto, de encuentro. Sólo por ello ya nos están formando como personas.

El encuentro es tanto más perfecto cuanto más carácter ambital tienen los seres que lo crean. Por eso no debemos amenguar la personalidad de las demás personas sino, por el contrario, incrementarla si queremos que nuestra relación de encuentro sea fructífera para todos.

Hay múltiples formas posibles de encuentro. La más valiosa y fecunda es la que se da entre seres personales. Encontrarse con la naturaleza, con la ciencia y el arte es un acontecimiento sobremanera valioso, por ser fuente de conocimiento, de belleza y gozo. Crear encuentros con seres personales encierra todavía más valor porque compromete más profundamente nuestro ser en la creación de unidad. Si no nos encontramos con las demás personas, tenemos riesgo de «soñar con el espíritu» en vez de llevar una vida auténticamente espiritual29.

Como todo lo grande, el encuentro nos exige mucho, pues, como indicó Goethe, «no se camina bajo palmas gratuitamente». Las exigencias del encuentro son las virtudes: generosidad, fidelidad, cordialidad... Cuando nos comportamos virtuosamente, adquirimos un modo de ser que facilita la creación de toda suerte de encuentros. Ese modo de ser constituye una especie de «segunda naturaleza». A esta segunda naturaleza que vamos adquiriendo a través de nuestros actos y hábitos y las opciones fundamentales que los inspiran la llamaban los antiguos griegos êthos, con e larga. El estudio de tal êthos es el objeto de la ética, como disciplina filosófica.

Al vivir la experiencia personal del encuentro, sentimos los espléndidos frutos que reporta: nos hace entrar en juego, nos otorga energía espiritual, nos da sentido y luz, nos inunda de alegría, entusiasmo y felicidad.

Cuando asumimos interiormente estos frutos y los valoramos debidamente, descubrimos que el encuentro, cuando es auténtico, marca una meta en nuestra vida. La forma altísima de unidad que implica constituye nuestro ideal. Será el tema de la Unidad siguiente.

29 Esta idea fué subrayada genialmente tras la primera guerra mundial por Ferdinand Ebner. Cf. Das Wort und die geistigen Realitäten. Pneumatologische Fragmente, Brenner, Innsbruck 1921; Herder, Viena, 1952, 2ª ed. (La palabra y las realidades espirituales, Caparrós, Madrid 1993).

 


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