Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 5ª: El encuentro y el descubrimiento del ideal
5. Ideas para una síntesis

La tarea básica de la educación consiste en ayudar a niños y jóvenes a descubrir el auténtico ideal de la propia vida y optar decididamente por él, sin vacilaciones pusilánimes.

El ideal es siempre una fuente de energía que nos da impulso para actuar. Si es auténtico, otorga sentido a toda nuestra existencia. En caso contrario, condena nuestra vida al sinsentido y al absurdo. Nuestra actividad, por febril que sea, se reducirá a dar vueltas sobre sí misma sin avanzar. Por eso produce tedio y desesperación.

El ideal decide la orientación que damos a nuestra vida; es como la clave en una partitura musical; de ella depende el valor de cada nota; cambias la clave, y las notas, sin alterarse lo más mínimo, adquieren un sentido distinto. Esto sucede con el ideal. Si oriento la vida hacia el ideal de la unidad y la solidaridad, considero la fidelidad como un valor, y la actitud de fidelidad como una virtud. Basta que dé un giro en mi orientación espiritual y tome como meta el ideal del egoísmo para que pase a considerar la fidelidad como un antivalor, y la actitud de fidelidad como un vicio, ya que me dificulta el logro de mi ideal, que es -en este caso- acumular ganancias en cada momento.

Del ideal depende el sentido de mi vida. Cada día son más numerosos y cualificados los autores que relacionan la salud espiritual de las personas y su felicidad con la adquisición de sentido21. Una actividad tiene sentido en el contexto de mi vida cuando me conduce al pleno desarrollo de mi personalidad, y este desarrollo se logra cuando se realiza el ideal.

Un educador cumple su misión de modo perfecto cuando consigue que los niños y jóvenes descubran el verdadero ideal y encaminen toda su vida hacia él con decisión. De ese modo garantizan la rectitud de sus ideas, sus actitudes, sus decisiones, sus sentimientos... También los sentimientos han de ser elegidos cuidadosamente y cultivados. La alegría y el entusiasmo son sentimientos positivos, constructivos, por ser la vibración de nuestro ánimo ante el encuentro con realidades valiosas. La euforia se parece al entusiasmo pero se halla muy por debajo de él porque se reduce a una exaltación superficial y pasajera provocada por un suceso muy prometedor pero poco consistente, mientras el entusiasmo es suscitado por un acontecimiento decisivo en la vida humana: el ascenso a lo mejor de uno mismo. No debemos confundir entusiasmo y euforia, gozo y goce, soledad de aislamiento y soledad de recogimiento, respeto e indiferencia...

21 Entre ellos destaca actualmente el psiquiatra vienés Viktor Frankl. Además de la obra ya citada, trata expresamente este tema su best-seller El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 1995, 17ª ed. (Versiones originales: Trotzdem ja zum leben sagen. Ein Psychologe erlebt das konzentrationslager, Kösel, Munich 1978; Man's search for meaning. An introduction to logotherapy, Pocket Books, Nueva York, s.f.). En la Estética de la creatividad (Rialp, Madrid 1998, 3ª ed., págs. 347-348) subrayo la idea, a mi entender decisiva, de que el sentido surge en el encuentro, y éste tiene lugar al entreverarse dos o más ámbitos. Véase, asimismo, mi trabajo "Sentido de la vida", en Diccionario del pensamiento contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997, págs. 1.073-1.080 (con algunos datos bibliográficos).


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