Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 6ª: El lenguaje, vehículo del encuentro y la creatividad
4. Lenguaje, luz y sentido

Si el lenguaje auténtico va vinculado de raíz a la creación de relaciones de encuentro, y éste sólo se da entre ámbitos, no entre objetos, el hombre que tiende al ideal de la unidad -ideal de crear con las realidades del entorno las formas más elevadas de unidad que sea posible- procura conceder a las palabras su poder de evocar todo lo que implica cada realidad.

 

Zurbarán, San Hugo en el refectorio (detalle)
(Museo de Bellas Artes de Sevilla)

Dices «pan», y no aludes únicamente a ese objeto que se halla sobre la mesa y puede ser medido, pesado, manejado... Evocas toda una serie de interrelaciones: el campesino y sus padres, que le enseñaron el arte de trabajar la tierra y le donaron unas semillas; el campesino y la tierra en la que deposita las semillas con confianza; las semillas, la sustancias alimenticias de la tierra, el agua, la lluvia, el viento, el sol que dora la mies... La palabra «pan» alude a diversas realidades que hubieron de confluir a su tiempo para dar lugar a los frutos del campo: trigo, maíz, centeno...

 

 

Pronuncias la palabra «yo», y ves que tu atención se lanza hacia las palabras «tú» y «nosotros», de la misma forma que el término «persona» se vincula de por sí con el término «comunidad», formando el «anillo de conceptos» de que hablaba Heidegger.

«Esto es lo que constituye la esencia del lenguaje -de la palabra- en su espiritualidad: que el lenguaje es algo que se da entre el yo y el tú, entre la primera y la segunda persona (...); algo que, por una parte, presupone la relación del yo y el tú, y, por otra, la establece»10.

Cada palabra, bien entendida y pronunciada, crea a su alrededor un ámbito de resonancia, correlativo al «nudo de relaciones» en que consiste cada realidad, vista en toda su amplitud. Por eso la palabra auténtica se complementa con el silencio auténtico, que nos permite acoger al mismo tiempo diversas realidades interrelacionadas. En este sentido, toda palabra verdadera es silenciosa, no se enquista en una realidad solitaria, se abre a las tramas de relaciones que confieren a cada ser su plenitud de sentido11.

Si la vida espiritual implica un dinamismo creador de relaciones personales, queda patente la razón de largo alcance por la que afirma Ebner que «la palabra es el medio en el que se perciben las entidades espirituales como lo es la luz respecto a las cosas físicas»12. Merced a la luz física podemos ver en conjunto cada realidad y cada trama de realidades corpóreas, objetivas. El lenguaje nos permite tomar cierta distancia y ganar perspectiva para percibir la trama de ámbitos que da toda su envergadura y su pleno sentido a cada realidad y descubrir el incremento de sentido que va adquiriendo todo ser al hilo del decurso creador de nuevas relaciones.

De ahí que no podamos utilizar el lenguaje como si fuera un utensilio hecho de una vez por todas. El lenguaje es una realidad viva. Debemos dar libertad a cada palabra y, en ella, a cada concepto, para que vivan su vida de interrelación, cobren nuevos sentidos, maticen los ya adquiridos, limen sus aristas, ganen madurez. El término libertad, por ejemplo, no puede entenderse a solas; debe entrar en juego con creatividad, ideal, norma, cauce..., y en ese juego -que es fuente de luz- irá precisando su sentido cabal13.

Visto y vivido el lenguaje como un lugar de entreveramiento de diversos ámbitos, que son otros tantos centros de iniciativa creadora y expresiva, descubrimos que es una fuente de sentido. Goethe aúna varias palabras cotidianas en el dinamismo de un verso: «Auf allen Gipfeln ist Ruh»: en todas las cumbres hay calma. Este verso es un campo de iluminación del sentido de profundo sosiego que presentan los momentos cumbre de la existencia. No es un medio para expresar algo ya conocido. Es el lugar en el cual ese contenido queda luminosamente plasmado, o todavía mejor: se ilumina y patentiza. Lo expresó inigualablemente K. Jaspers en su magna obra sobre la verdad:

 

K. Jaspers (1883-1969)

«Palabras y frases no son meros signos de cosas, sino expresión de procesos, recuerdo y suscitación de los mismos; hacen surgir algo que sólo en ellas y a través de ellas existe»14.

 

10 Cf. F. Ebner: Das Wort und die geistigen Realitäten, págs. 271-272; La palabra y las realidades espirituales, p. 27.

11 Estas palabras silenciosas son la base del lenguaje poético. Cf. El arte de pensar con rigor y vivir de forma creativa, PPC, Madrid 1993, p. 111. (Nueva edición remodelada: Inteligencia creativa. El descubrimiento personal de los valores, BAC, Madrid, en prensa). El silencio nos «recoge» para que podamos «sobrecogernos» ante lo valioso.

12 Cf. Fragmente, Aufsätze, Aphorismen. Zu einer Pneumatologie des Wortes, Kösel, Munich 1963, p. 696. Sobre la relación de la palabra y el silencio, pueden verse mis obras: El arte de pensar con rigor y vivir de forma creativa, págs. 259-263; El encuentro y la plenitud de vida espiritual, Ediciones Claretianas, Madrid 1990, págs. 37-53.

13 Sobre el juego como fuente de luz -cuestión decisiva en Hermenéutica-, pueden verse mi Estética de la creatividad, Rialp, Madrid 31998, caps. 1-12, y El encuentro y la plenitud de vida espiritual, págs. 55-195.

14 Cf. Von der Wahrheit, Piper, Munich 1947, p. 104.


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