Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 1ª: El descubrimiento de dos niveles de realidad distintos y complementarios.
  1. El nivel de los objetos y el nivel de los ámbitos
  2. El salto al nivel "ambital"
  3. Oscilación entre el nivel objetivo y el nivel ambital-ético
  4. La interferencia de dos planos de realidad es fuente de expresividad muy honda
  5. Ejercicios para descubrir los ámbitos y sus características
  6. Ideas para una síntesis
  7. Textos y cuestiones para autoevaluación

2. El salto al nivel "ambital"

Cuando el piloto está más enfrascado en la tarea mecánica de arreglar la avería del motor de su avión, advierte que se halla a su lado una figura principesca: un niño de cabellos dorados y porte elegante que se dirige a él y le dice: "¡Dibújame un cordero!". El piloto, para contentarle sin abandonar su tarea, trazó deprisa una figura sobre un papel. El Principito no la aceptó. Volvió a pasar lo mismo por segunda vez. Y a la tercera, el piloto dibujó una caja con varios agujeros y le indicó al pequeño: "Esta es la caja. El cordero que quieres está dentro". Y, cuando temía que el principito se iba a enojar con él, quedó perplejo al observar que su rostro se iluminó súbitamente y le dijo: "¡Es exactamente así como lo quería!"(2).

¿Qué sentido preciso tiene la petición del Principito al piloto? Observemos que no es realista -no se ajusta a la realidad cotidiana- que un niño aparezca solo en la soledad hosca del desierto y no muestre nerviosismo ni ruegue ansiosamente que lo lleven a casa. Con toda serenidad pide que le dibujen un cordero. Esta expresión tiene un significado obvio: solicita del piloto que dibuje para él la figura de un cordero. Pero ¿le interesaba al Principito tener dicha figura? Al ver que no admite como válidas las figuras que el piloto diseñó precipitadamente -porque su mente y su voluntad se hallaban inmersas en la tarea mecánica del arreglo del avión-, y en cambio se siente muy complacido con la figura de la caja que contiene al cordero, sospechamos que ese significado adquiere en este contexto un sentido peculiar: Lo que deseaba el Principito es que el piloto se elevara al plano de la imaginación creadora, que es la que permite ver un cordero dentro de una caja o un elefante dentro de una boa(3).

Pero ¿qué significa que este extraño personaje invite al piloto a cambiar de conducta? Tenemos que descubrir el sentido de esa invitación. Para ello, recordemos el contexto. El piloto cayó en el desierto porque se estropeó su avión. Estropearse un avión tiene un significado directo, claro, fácil de ver, constante: algo falló en el motor y entró en situación de emergencia. Pero en este contexto puede tener un significado especial, es decir: un sentido. El significado implica un mero hecho, y la literatura de calidad no se queda en los hechos; ve en ellos y a través de ellos los acontecimientos que determinan la marcha de la vida humana y su valor. Estropearse el avión puede muy bien significar aquí, en un nivel superior, que fallan las cosas útiles que uno utiliza y en las que a menudo pone excesiva confianza. El avión es tomado, en este caso, como imagen de cuanto podemos en la vida poseer, tener, usar, manejar...

El piloto había abandonado a los suyos porque le defraudaron al no dejarle desarrollar la actividad creativa que le gustaba: el dibujar(4). Se bajó del nivel donde se crean relaciones personales y se entregó al dominio de las cosas manejables. Moverse en el nivel del encuentro personal no es fácil, porque exige renunciar a la voluntad de poseer y decidir; para atenerse en buena medida a los deseos y a las decisiones de los demás. El que quiere decidir siempre por su cuenta y no acepta la convivencia con personas que le pueden sorprender con fallos y defectos, se condena a no encontrarse nunca de veras con nadie. Renuncia a ello por la ilusión de sentirse seguro entre las cosas y los utensilios, que son manejables y dóciles. Pero éstos pueden fallar y perder su utilidad. Entonces, el hombre que había confiado sólo en ellos desciende al grado cero de creatividad.

La imagen que encarna esta situación límite de desvalimiento es el desierto. En varios accidentes de aviación, Saint-Exupéry aprendió a ver el desierto como un lugar que apenas ofrece posibilidades para una actividad creativa. Caer en el desierto significa quedar bloqueado como persona, por carecer de toda posibilidad, incluso de la posibilidad de sobrevivir biológicamente.

Ciertamente, al piloto le quedaba la posibilidad de arreglar el motor y salvar su vida biológica. Pero esta salvación no hubiera supuesto sino continuar una vida de asfixia en el aspecto creativo, porque el vuelo que había emprendido suponía un alejamiento de los suyos, de las relaciones de encuentro que constituyen el lugar por excelencia de la creatividad humana. Por eso Saint-Exupéry, que no atiende sólo a la salvación de la vida biológica sino de la persona entera, hace que surja una voz sabia que inste a esa persona hundida en un nivel de menesterosidad absoluta a que dé el salto(5) a un nivel superior, el de la creatividad, representada por la imagen del dibujar: "¡Dibújame un cordero!". Hubiera tenido el mismo valor si el Principito le hubiera pedido que le cantara una canción o realizara cualquier otra actividad creativa. Pero es coherente con la afición del piloto al dibujo que solicite de él una actividad relativa al mismo.

Aquí se inicia el tema propio de esta obra literaria: la necesidad de aprender el secreto de la plenitud humana, que se logra en el encuentro amistoso, y retornar a los suyos. Lo vemos con nitidez si confrontamos este pasaje con la escena de Tierra de hombres del mismo autor, en la que dos pilotos perdidos en el desierto esperan que alguien los descubra y los salve. El hombre más humilde del desierto, un beduino, los encuentra y les ofrece su don más preciado: parte de la reserva de agua que necesitaba para el largo viaje. Al recobrar las fuerzas, uno de ellos se dirige al buen hombre con estas emotivas palabras:

"¡Ah! Habíamos perdido la pista de la especie humana, nos habíamos alejado de la tribu, nos encontrábamos solos en el mundo, por una migración universal, y he aquí que descubrimos, impresos en la arena, los pies milagrosos del hombre". "En cuanto a tí que nos salvas, beduino de Libia, tú te borrarás sin embargo para siempre de mi memoria. No me acordaré más de tu rostro. Tú eres el Hombre, y te me apareces con el rostro de todos los hombres a la vez. No nos has visto nunca y ya nos has reconocido. Eres el hermano bienamado. Y, a mi vez, yo te reconoceré en todos los hombres".

"Tú me apareces bañado de nobleza y de bondad, gran Señor que tienes el poder de dar de beber. Todos mis amigos, todos mis enemigos en tí marchan hacia mí, y yo no tengo ya un solo enemigo en el mundo"(6).

En el plano de los meros hechos, el beduino les da de beber y les salva la vida. Pero, al tratar con generosidad ejemplar a quienes se habían alejado de sus semejantes, los libera de la soledad de desarraigo, que destruye, y los recobra para la vida de comunidad, en la que hay que ser fieles al encuentro más allá de los fallos que pueda alguien cometer. El beduino fué visto por los pilotos exhaustos como el Hombre, con mayúscula, imagen viva de la auténtica humanidad, la que no escinde a los semejantes en dos grupos antagónicos: los amigos y los enemigos.

El conocimiento de los avatares biográficos del autor nos confirma en esta interpretación de El Principito y nos permite descubrir en ella una dimensión muy profunda. Saint-Exupéry concibió esta obra al contemplar, desde su exilio de Nueva York, la depresión espiritual producida en sus compatriotas franceses por la fulminante derrota en la Segunda Guerra Mundial. Quiere ser aquí su voz interior, la parte mejor de su ser que en ese momento límite, aparentemente desesperado, les recuerda que la salvación es posible, pero no en el mismo nivel en el que había sido planteado el conflicto, sino en uno superior: el de la creatividad personal a través del encuentro.

Este sencillo pasaje de una narración aparentemente infantil condensa en una imagen el profundo mensaje de los pensadores existenciales (Heidegger, Marcel, Jaspers): Cuando uno se halle en una situación-límite, sin base alguna para la esperanza, no debe entregarse a la fatalidad de la desgracia, sino dar el salto a un nivel superior, el nivel de la creación de vínculos interpersonales. Es el modo óptimo de superar la vida inauténtica e iniciar una vida de plenitud.

2 Cf. El principito, p. 17; Le petit prince, p. 10.
3 Cf. El principito, p. 11; Le petit prince, p. 4
4 Cf. El principito, p. 12; Le petit prince, p. 4
5 Este término (en alemán Sprung) lo utilizan los pensadores existenciales ( por ejemplo, Karl Jaspers) cuando instan a las gentes a elevarse al nivel de vida auténtica, que es la vida de trato con realidades superiores a los meros objetos. (Sobre ello puede verse mi Metodología de lo suprasensible, Madrid 1963).
6 Cf. O. cit., Gallimard, París 1939, p. 207.

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