Programa de Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación
(P.N.T.I.C.)
 

Unidad 7ª: Qué es la obra literaria y cómo ha de ser interpretada

7. La obra literaria, lugar de realización personal

Lo antedicho nos permite explicar de modo lúcido y coherente el papel que juega la creación literaria -la de los autores y la de los intérpretes- en el desarrollo personal de los seres humanos. Veámoslo al hilo de varios textos de Miguel de Unamuno.

Miguel de Unamuno

Al escribir un libro, el autor ahonda en lo más profundo de sí mismo, se sumerge en mundos humanos de gran densidad, y en esa inmersión activa se realiza a sí mismo. Si el lector hace, por su parte, esa experiencia de diálogo, funda con el autor un campo de juego común, que es a la vez un campo de iluminación.

«... Si nos llegamos a comprender mutuamente, a prendernos conjuntamente, ¿no es que he penetrado yo en la intimidad de tu pensamiento a la vez que penetrabas tú en la intimidad del mío y que no es ni mío ni tuyo, sino común de los dos? ¿No es acaso que mi hombre de dentro, mi intra-hombre, se toca y hasta se une con tu hombre de dentro, con tu intra-hombre, de modo que yo viva en ti y tú en mi?18.

En los libros se cuentan las propias experiencias para abrirlas a la participación de los demás, otorgarles un carácter dialógico y convertirlas en un campo de juego comunitario. Dado que el ser humano se realiza como persona a través del encuentro, Unamuno estima que contar la vida es acaso un modo, tal vez el más profundo, de vivirla19.

«¿Por qué, o sea, para qué se hace una novela? Para hacerse el novelista. Y ¿para qué se hace el novelista? Para hacer al lector, para hacerse uno con el lector. Y sólo haciéndose uno el novelador y el lector de la novela se salvan ambos de su soledad radical. En cuanto se hacen uno, se actualizan y actualizándose se eternizan»20.

El hombre debe hacerse problema para sí mismo -como decía San Agustín- no para encapsularse en una vida aislada, sino para irradiarse y trascenderse21.

«... Lo propio de una individualidad que lo es, que es y existe, consiste en alimentarse de las demás individualidades y darse a ellas en alimento»22.

El lector debe asimilar activamente este alimento con el fin de crear con el autor un espacio de intercambio, que es donde florece de verdad la vida en el espíritu.

«Cuando un libro es cosa viva, hay que comérselo, y el que lo come, si a su vez es viviente, si está de veras vivo, revive con esa comida»23.

El fruto de este entreveramiento de ámbitos -el del autor y el del lector- es la obra vista como campo de juego. A una mirada superficial, la obra aparece en cada ejemplar de la misma como algo estático, bien perfilado y redondeado. Una consideración más profunda -inspirada en la teoría de los ámbitos- ve esa obra como un polo de los dos que necesita para existir plenamente; el otro polo es el lector. De la unión creativa de diferentes lectores con una obra surgen interpretaciones distintas de la misma, y todas ellas legítimas y enriquecedoras.

Las obras literarias, por su condición abierta al diálogo, presentan una condición sumamente eficiente, y por tanto real:

«Todos los que vivimos principalmente de la lectura y en la lectura no podemos separar de los personajes poéticos o novelescos a los históricos. Don Quijote es para nosotros tan real y efectivo como Cervantes, o más bien éste tanto como aquél. Todo es para nosotros libro, lectura»24.

Las obras literarias están constituidas por una trama de ámbitos. Y, como el hombre configura su personalidad por vía de creación de ámbitos, Unamuno concluye que el novelista, al contar cómo se hace una novela, «cuenta cómo se hace un novelista, o sea, cómo se hace un hombre»25.

Los ámbitos que el hombre funda en relación con el entorno a lo largo de su vida no están sometidos al mismo decurso temporal que los meros hechos. Se dan en el tiempo, pero sobre el tiempo discursivo que marca el reloj. Ello permite a Unamuno afirmar, al final de San Manuel bueno, mártir, que en ese relato no pasa nada pero todo se queda, porque se halla cobijado, fuera de la historia, en el ámbito «divino» de la novela26. Historia significa aquí el conjunto de hechos huidizos, delimitados en el espacio y tiempo propios de nuestra experiencia cotidiana. Divino alude al hecho de que los ámbitos tienen un rango superior al de los objetos.

Una vez más observamos que la lectura «lúdico-ambital», basada en la teoría de la creatividad, el juego y los ámbitos, nos permite clarificar textos literarios muy hondos y verlos en todo su alcance. Esta idea se esclarecerá más y más a medida que avancemos en el análisis de obras literarias.

18 Cf. M. de Unamuno: Cómo se hace una novela, Guadarrama, Madrid 1977, p. 103.

19 Cf. O. cit., p. 108.

20 Cf. O. cit., p. 112.

21 Cf. O. cit., p. 109.

22 Cf. O. cit., p. 55.

23 Cf. O. cit., p. 48.

24 Cf. O. cit., p. 129.

25 Cf. O. cit., p. 193.

26 Cf. O. cit., p. 82.

 

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