El
método de análisis que presento y que aplicaré
en las Unidades siguientes a diversas obras bien conocidas
no es una especie de llave que abra mecánicamente todas
las puertas de la interpretación. Indica la orientación
que debemos seguir para ahondar en las obras y poner al descubierto
su trasfondo humanístico, su profundo saber acerca de
la vida humana. Pero esa vía hacia el enigma del hombre
sólo podemos recorrerla si contamos con conocimientos
precisos de lo que es el ser humano, cómo alcanza su
pleno desarrollo, de qué forma se bloquea y anula.
Cuanto más
aquilatados y amplios sean tales conocimientos, más eficaz
será el método.
Hemos
dicho que para interpretar lúcidamente una obra debemos
entrar en juego con ella, es decir: rehacer sus experiencias
básicas. Estas experiencias suelen ser de amor o
de odio, de agradecimiento o de ingratitud, de vinculación
fusional a los seres del entorno o de unión a distancia,
etc.
Estos sentimientos y actitudes del hombre debemos conocerlos
del modo más aquilatado posible y advertir la conexión
profunda que existe entre ellos. Para ello es necesario
- distinguir
los diferentes niveles en que puede moverse el hombre en su
vida;
- precisar
la diferencia que existe entre los objetos y los ámbitos,
los hechos y los acontecimientos, el significado
de una acción o realidad y su sentido, los
procesos meramente artesanales y los procesos creativos.
- sentir
la expresividad de las imágenes y las realidades simbólicas.
Si cumplimos estas condiciones, captaremos fácilmente
el mensaje que alienta en las obras de calidad y descubriremos
riquezas insospechadas en obras cuyo contenido creíamos
ya agotado.

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