Pocos
autores entrelazaron su vida y su obra de forma tan estrecha
y fecunda como Ernest Hemingway.
Ernst
Hemingway 1899-1961
Nació
en 1899 en Oak Park, un barrio residencial de Chicago. Su
familia solía pasar las vacaciones en Michigan, cerca
de una reserva de indios. El pequeño Ernest acompañaba
con frecuencia a su padre en las visitas que hacía,
como médico, a los indios. Esas experiencias, unidas
a las de la caza y la pesca con las gentes del bosque, le
permitieron introducirse en el núcleo de la vida humana,
con sus gozos y sus penas, sus días luminosos y sus
jornadas sombrías. Todo ello toma cuerpo en las narraciones
tituladas In our time (En nuestro tiempo), publicadas
en 1927.
En 1917, Hemingway comienza su actividad de periodista en
el Star de Kansas City. Al año siguiente colabora
voluntariamente, como conductor de ambulancia, en el frente
italiano de la Guerra Mundial y es herido gravemente. En la
obra A Farewell to Arms (Adiós a las
armas), 1929, nos descubre el drama interior de un joven
voluntario en el frente de Italia que deja el trabajo en una
ambulancia para luchar en una unidad de combate; es herido
y aprovecha su tiempo de convalecencia en un hospital milanés
para meditar en el sentido de la guerra y el valor del riesgo.
Un diálogo franco entre el protagonista y un sacerdote
revela la decepción que les produce a ambos el enfrentamiento
bélico. En esta obra -una de las más logradas
del autor- queda ya de manifiesto que las experiencias vitales
y la creación literaria se alimentan mutuamente en
Hemingway, de forma análoga a lo que sucede
con Saint-Exupéry, según hemos visto.
En 1919 regresa a América y comienza a colaborar en
el Star Weekly de Toronto. En 1921 contrae matrimonio
y vuelve a Europa como corresponsal. Ello le permite entrar
en contacto con Gertrude Stein, Ezra Pound y James Joyce.
En 1922 cubre la guerra greco-turca. Posteriormente, se introduce
en el mundo de las corridas de toros, los safaris y la pesca
submarina. Estas experiencias le sirven de motivo inspirador
de varias obras. Death in the afternoon (Muerte en
la tarde), 1932, describe con sorprendente intensidad el ambiguo
espectáculo de las corridas de toros: elegante y violento,
alegre y dramático, bullicioso y profundo, festivo
y arriesgado. En las obras The green hills of Africa (Las
verdes colinas de Áfríca) y The snows of
Kilimanjaro (Las nieves del Kilimanjaro), 1935, Hemingway
nos ofrece una visión realista de su relación
íntima con la naturaleza virgen de África (sabanas,
selvas, grandes fieras en lucha con el hombre...), y lo hace
con tal fuerza que su relato puede competir con una obra de
imaginación. The snows of Kilimanjaro nos muestra
a un escritor que, herido mortalmente en la selva y desvalido,
ya que los socorros que esperaba no acaban de llegar, se figura
cómo será quince años más tarde
y lamenta haber malgastado su talento.
Durante la guerra civil española (1936-1939) Hemingway
visita España. Fruto de esta estancia apasionada es
la excelente obra For Whom the bell tolls (Por quién
doblan las campanas), 1940, un relato extraordinariamente
vigoroso de la brutalidad bélica y la pasión
amorosa de Jordan y María. Es digno de subrayarse,
en orden a comprender la vinculación de vida y obra
en Hemingway, que el protagonista es un tipo humano que, aun
resultando impresionante y conmovedor, muere sin haber compartido
verdaderamente su intimidad con nadie, ni siquiera con la
mujer amada, María.
Tras la guerra, Hemingway vive casi siempre en Cuba. En este
país se desarrolla la acción de su última
obra maestra: The old man and the sea (El viejo
y el mar), 1952. Todo su conocimiento del mar y de la
brava lucha del pescador con las fuerzas naturales se une
en esta obra a su amor por la naturaleza y su sentido casi
franciscano de la unión entre los seres vivientes para
darnos una obra sencilla y profunda a la vez, tierna y hostil,
esperanzada y descarnada como el esqueleto del gran pez que
el viejo pescador capturó tras un larguísimo
combate.
Dos accidentes de aviación, durante sus cacerías
en África, mermaron considerablemente sus fuerzas.
Y, aunque siguió durante unos años difundiendo
su vieja imagen de hombre luchador, amante de la vida, desbordante
de pasión y riesgo, el 2 de mayo de 1961 se quitó
la vida en su residencia de Ketchum (Idaho).