En
este módulo quiero mostrar de modo un tanto pormenorizado
la fecundidad que encierra el método «lúdico-ambital»
para analizar obras literarias cargadas de contenido humanístico
y sumamente útiles en el aspecto pedagógico.
Este análisis no tiende sólo a hacerse cargo de
lo que dice cada obra; quiere volver a crearla desde su
génesis, como si el intérprete fuera el
autor, al modo como sucede con la interpretación musical,
teatral y coreográfica. Los cursillistas, por tanto,
deben ir asumiendo activamente los análisis que
se vayan realizando, haciéndolos propios o sustituyéndolos
por otros más adecuados y fecundos. Para
poder hacerlo, han de leer las obras previamente. De propósito
he escogido obras breves con el fin de facilitar esta tarea.
Un análisis es fecundo y, en la misma medida, adecuado
y justo cuando muestra la riqueza interna de la obra y lo
hace de modo coherente. Todo autor de calidad escribe en
cada momento no lo que le dicta su arbitrio sino lo que viene
exigido por la lógica interna del relato. Captar esa
lógica o trabazón interior del texto es indispensable
para descubrir el sentido de cada pormenor. Si, al estudiar
una obra, soy capaz de mostrar el sentido profundo
y la vinculación mutua de buena parte de los
acontecimientos que describe, puedo considerar mi análisis
como logrado. En cuanto otro tipo de análisis ponga al
descubierto en la obra más riqueza de sentido y más
coherencia interna, ha de ser considerado como más
fecundo y adecuado que el mío.
Para proceder con el debido orden y tratar los diversos aspectos
que implica el tipo de análisis que vamos a aplicar,
articularemos éste en cinco fases:
- Exposición
condensada del argumento, para tener un recuerdo vivo
del mismo.
- Determinación
del tema nuclear de la obra, más allá
de la trama argumental.
- Contextualización
de la obra. El sentido de un texto se alumbra
en el contexto, en el entorno en el que juega
su papel expresivo. El juego es fuente de luz1.
Antes de abordar el estudio directo de una obra es necesario
encuadrarla en la producción del autor, y situar ésta
en el movimiento cultural de la época. Para ello hay
que recordar los datos biográficos del autor que son
indispensables para conocer la motivación profunda
que le movió a plantearse el tema básico de
la obra y realizar el esfuerzo de escribirla.
- Análisis
pormenorizado de las experiencias decisivas de la obra, las
que crean ámbitos o los destruyen, y deciden así
el curso de los acontecimientos y su sentido profundo. Las
experiencias más relevantes son aquellas de las que
dependen muchas otras porque irradian un gran influjo a su
alrededor. Al principio, resulta difícil determinar
cuáles son las experiencias nucleares de una obra,
pero pronto adquiere uno la capacidad de descubrir los momentos
en los que se decide el destino de los personajes y la orientación
que va a seguir la historia contada.
- Valoración
general de la obra. Se sobrevuelan los análisis realizados
y se indica cómo surge la belleza en la obra, de qué
modo el contenido determina la forma o el estilo, cuál
es el tema básico que inspira la composición,
y otras cuestiones semejantes. Dicho tema se descubre
a lo largo del análisis realizado en la fase 4ª
y se explicita en esta fase 5ª. Para facilitar ambas
tareas, ofrezco un anticipo del tema en la fase 2ª.
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El
protagonista, piloto de aviación, confiesa estar decepcionado
de las personas mayores, por su falta de imaginación.
Cuando se halla reparando el motor de su avión en pleno
desierto, advierte la presencia de un pequeño de noble
porte que muestra interés en que le dibuje un cordero
y le hace diversas preguntas sobre temas al parecer anodinos.
El piloto, acosado por la necesidad urgente de resolver el problema
mecánico del avión, responde con cierta acritud.
El pequeño, disgustado, rompe a llorar, y el piloto adopta
frente a él una actitud acogedora. Confiado, el niño
le cuenta que viene de un asteroide muy pequeño y que
visitó diversos planetas en busca de amigos a fin de
mitigar la decepción que le había producido la
vanidosa flor de su asteroide, pero todos ellos -con la excepción
tal vez de un farolero- carecían de la creatividad necesaria
para fundar una auténtica relación de encuentro.
Ansioso
de hallar amigos en la tierra, el pequeño sube a una
montaña y comienza a llamar a los hombres. Sólo
le responde el eco. La desilusión que esto le produce
se acrecienta al descubrir una multitud de flores semejantes
a la suya. En esta situación límite de desamparo,
un zorro -como representante aquí de la sabiduría-
le revela el secreto del valor de los seres, de la amistad y
del verdadero conocimiento. Esta lección le permite reconocer
los errores cometidos anteriormente y disponerse para la realización
perfecta del encuentro con el piloto. Ambos, piloto y principito,
uniendo su esfuerzo con riesgo de la vida, encuentran agua en
el desierto, un tipo de agua especial que es «buena para
el corazón como un regalo».
Próximo a su partida, el pequeño recomienda al
piloto que vuelva al trabajo mecánico de reparación
del motor, con el fin de retornar a los suyos, como él
volverá a su casa, junto a su flor, de la que se siente
responsable por haberla "domesticado". Con sensibilidad
de amigo, prepara al piloto para que soporte la prueba de fuego
de la ausencia. El morirá, pero como vivirá en
su lejano asteroide, todas las estrellas mostrarán al
piloto un rostro expresivo nuevo. «Parecerá que
me he muerto, y no será verdad.» Muerto el niño
mediante el concurso de una serpiente, el piloto contempla la
inmensidad adusta del desierto y la ve como «el más
bello y más triste paisaje del mundo», pues ahí
fue «donde el principito apareció en la Tierra,
y luego desapareció»2.
1
Véase el amplio estudio del juego, visto como actividad
creadora, que realizo en mi Estética de la creatividad,
Rialp, Madrid 1998, págs 33-183.
2
Cf. Vol de nuit, Gallimard, Paris 1964, p. 184.
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