Se hace camino al andar
Desde
su foco de origen africano los humanos han recorrido a pie
largas distancias en diferentes épocas. Además,
en el caso de Europa y de Asia se piensa que el poblamiento
humano se produjo al menos dos veces, la primera hace mucho
tiempo, la segunda en un pasado más reciente, cuando
los humanos modernos (de nuestra misma especie) se extendieron,
otra vez desde África, por todas partes, reemplazando
a los descendientes de los primeros emigrantes (y yendo todavía
más lejos, hasta Australia y las Américas; sólo
la Antártida quedó sin colonizar).
Es curioso que los fósiles más antiguos de Europa
y Asia se hayan encontrado en sus dos respectivos confines:
la Península Ibérica, el finis terrae occidental,
y China y Java en el extremo oriente ¿Cuánto tiempo
tardarían los humanos en llegar desde África
hasta los dos extremos opuestos de Eurasia? ¿Muchos cientos
de miles de años o tan sólo unos pocos milenios?
A las puertas de Europa, al sur del Caúcaso, en Georgia,
se ha descubierto una mandíbula humana que tiene una
edad próxima al millón y medio de años
(en el yacimiento de Dmanisi, Georgia). Los primeros fósiles
europeos, los de la Gran Dolina en la Sierra de Atapuerca,
son mucho más recientes: su antigüedad no llega
al millón de años. ¿Cuándo pasaron
los humanos la barrera del Caúcaso y cuánto
tiempo les llevó plantarse en Burgos? Tal vez más
de medio millón de años en una lenta expansión,
empujando los límites del territorio humano cada vez
más hacia poniente.
Sin
embargo, los primeros europeos podrían ser en realidad
más antiguos de 800.000 años y aproximarse mucho
más a la fecha del fósil georgiano. Hay un cráneo
procedente de Ceprano, cerca de Roma, cuya antigüedad
se desconoce, pero que podría ser tan viejo como los
de la Gran Dolina o incluso anterior. En otro yacimiento de
la Sierra de Atapuerca, conocido como la Sima del Elefante,
hay niveles de hace más de un millón de años
que tal vez deparen evidencias de presencia humana en un futuro.
En tanto éstas llegan, podemos preguntarnos cuál
es la velocidad de expansión de otras especies de mamíferos
que conozcamos mejor. Y las que mejor se conocen son las que
están vivas.
El
perro mapache
En los últimos
siglos, la introducción de especies foráneas
por la mano del hombre, aunque muy desafortunada siempre,
ha resultado un experimento de Biogeografía a gran
escala, que por otro lado tiene predecentes muy antiguos:
los aborígenes australianos introdujeron hace miles
de años el perro, que se volvió salvaje y se
convirtió en el dingo, la única especie de mamífero
placentado (aparte del hombre y de los murciélagos)
que encontraron los europeos cuando pusieron pie en Australia.
Podemos intentar sacar algo bueno, en forma de conocimiento
científico, de tan catastrófica práctica.
Todos sabemos que los conejos no han necesitado mucho tiempo
para extenderse por toda Australia, una isla realmente grande,
de tamaño continental. Pero Jan van der Made, un paleontólogo
del equipo de Atapuerca, me ha llamado la atención
sobre un caso muy llamativo, el del perro mapache (Nyctereutes
procyonoides). Se trata de un cánido muy especial,
que no tiene nada que ver con el mapache americano salvo en
el parecido que le da su antifaz negro. Aunque vivió
hace mucho tiempo en Europa, se extinguió luego, y
modernamente sólo existía en Asia oriental.
Sin
embargo, en los años veinte los perros mapaches se
intrudujeron por el valor de su pelaje en Rusia occidental
y se adaptaron tan perfectamente al medio que se reprodujeron
sin problemas en su nueva patria; algo parecido está
sucediendo ahora en los ríos de la Sierra de Guadarrama
con el visón americano, un animal criado en granjas
peleteras que también se ha asilvestrado y compite
con la nutria, a la que incluso está desplazando en
los últimos años. El perro mapache avanza hacia
Europa occidental a una velocidad estimada de 13 km por año,
habiendo llegado ya hasta Holanda y Bélgica. En términos
geológicos diríamos que la expansión
del perro mapache por Europa (o, mejor, su recuperación
del continente) se ha producido de forma instantánea,
en un tiempo tan breve que el registro de la Tierra no lo
podría apreciar. De todos modos se puede objetar que
los perros mapaches se reproducen todos los años y
desde el segundo de vida, mientras que en nuestra especie
sólo hay cuatro generaciones por siglo. Eso nos lleva
de nuevo al registro fósil, y esta vez tenemos buenas
noticias: hay dos casos de expansión geográfica
por parte de una especie humana, la nuestra, que conocemos
con cierta precisión cronológica. En un caso
se trata de la emigración a un continente «vacío»,
es decir, sin otra especie humana dentro; en el otro se produjo
la expansión en un continente «lleno»: había
seres humanos de otra especie viviendo en él.
Visto y no visto
Empecemos
por el último caso, que no es otro que la expansión
del hombre de Cro-Magnon por Europa, la patria de los neandertales.
Las primeras fechas seguras de la presencia humana moderna
en Europa proceden, curiosamente otra vez, de yacimientos
españoles: El Castillo, en Cantabria, y L'Arbreda en
Gerona; ambas rondan los 40.000 años. No es probable
que los humanos modernos se asomaran mucho antes por el este
de Europa, como máximo hace 45.000 años. Hay
que matizar, no obstante, que las dataciones mencionadas del
Castillo y de L'Arbreda no corresponden a fósiles humanos
directamente, sino a niveles auriñacienses, un industria
que encontramos siempre asociada a humanos modernos (los más
antiguos fósiles proceden de yacimientos centroeuropeos
de hace unos 32.000 años). La colonización del
continente europeo por el hombre de Cro-Magnon parece pues
cosa de unos pocos miles de años, tal vez 5.000 años
o menos (en realidad, no hay fechas más antiguas que
las del Castillo y L'Arbreda para el auriñaciense,
salvo unas muy problemáticas de Bulgaria). Otra cosa
diferente es la extinción de
los
neandertales, pues en yacimientos de la Península Ibérica
se han fechado niveles mesterienses, una industria que siempre
aparece asociada a los neandertales en Europa, al filo de
los 30.000 años, es decir, mucho tiempo después
de la llegada de los hombres de Cro-Magnon a Europa y, posiblemente,
a la Península.
En el caso del poblamiento de América no había
otros humanos con los que entrar en competencia. Las fechas
más antiguas en yacimientos arqueológicos aparecen
alrededor de los 11.000-12.000 años, pero por todas
partes casi a la vez, en las dos Américas. Recientemente
se ha publicado una fecha de unos
12.500 años, pero no está en Alaska o Canadá,
sino en Monte Verde (Chile). Todo hace pensar que las colonizaciones
humanas de continentes enteros se han producido a velocidades
vertiginosas (a escala geológica), en auténticos
flashes. A mi no me sorprende. A finales de la última
glaciación, hace 10.000 años, gran parte de
Europa estaba desarbolada por efecto del frío, y pocos
miles de años después, con la llegada de la
bonanza climática, los bosques la habían recolonizado
por completo. ¡Y los árboles no tienen piernas!
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Copyright Juan Luis Arsuaga