"A
QUIEN MADRUGA DIOS LE AYUDA".
Este
refrán es el que mejor se le puede aplicar a la vida del labrador
ya que habías que hacer de la noche día para acudir
a las faenas del campo y por la noche arreglar la casa.
El
tiempo era una de los peores factores que tenían que sufrir los
labradores. Estaban todo el día mirando el cielo por si venían
en verano tormentas, rayos y truenos y en invierno nieves y chuzos de punta
que podían malograr la cosecha. Para evitar esto se invocaba a todos
los Santos, en especial a San Telmo, Santa Bárbara y a San Bartolomé.
En
invierno se quitaba la nieve a las remolachas y en verano llegaba la siega.
Para la siega ayudaba toda la familia porque segar con hoces requería
mucha mano de obra. Segar era un oficio muy agradable y fatigoso. Cuando
llegaba la trilla toda la gente era poca, pues por la mañana había
que soltar la parva, preparar el desayuno, levantar a los hijos, aviarlos
y después otra vez a la era para solatar el siguiente viaje y volver
a la parva para que se tostara con el sol y después de comer a trillar.
Había mucha alegría y se cantaba en el trillo muchas joticas
y se merendaba.
Cuando
llegaba el otoño se recogía la uva, pues todas las personas
fabricaban sus propios vinos. todos tenían bodegas y hagares. Para
fabricar el vino se recogía la uva, se pisaba y se dejaba cocer
en el agar. Cuando se sacaba el vino con los votos cada uno lo llevaba
a su bodega. Se pagaban a dos o tres viñadores más al guarda
de la vega y otro del monte. Estos guardas jurados con su correaje y tercerola.
ACARREAR
LA MIES
Después
de realizar la siega que se realizaba con hoz, gavilladoras o segadoras,
había acarrear la mies hasta la era.
Los
carros o galeras se cargaban con los fajos de mies en la finca y
había que traerlos hasta el pueblo donde se encontraban las
eras, aunque si el paraje donde estaba la finca era muy distante se hacían
eras en esos lugares. Por el camino, debido a lo inestable de las
galeras o a las pendientes o cuestas de algunos lugares, la mula
de varas "amorraba" (se caía) y lo pasaba fatal. Había
que descargar el carro, sacar la mula y volver a cargarlo.
Cuando
se llegaba a la era se formaban montones de fajos llamados "cinas" en espera
a la trilla.
Para
trillar se soltaban los fajos formando una parva soltando el bálago
dándole vueltas con una horca. Cuando hacía calor se comenzaba
a trillar, el trillo grande era tirado por dos mulas y el pequeño
por una. Cuando la mies se deshacía y quedaba la paja cortada y
el grano fuera de la espiga, se recogía la parva con la rastra formando
montones denominados sierras.
A veces llovía de tormenta y mojaba todo, había que extender la mies para que se secara de nuevo, aunque algunas veces germinaba el trigo y reverdegueaba. Las gallinas eran las que lo aprovechaban.
Después se aventaba la mies con la horca y aire y decían aire S. Telmo que se ahogan los segadores. Después llegaron las aventadoras del 6., eran muy pesadas para darle a la manivela, por un lado salía el trigo, por otro la paja y por otro las granzas.
En
aquellos momentos había en el pueblo 40 criados y agosteros y se
quedaban en la era a dormir y cuidar el trigo. Por la noche se iban a la
vega a coger peras, ciruelas... Lo escondían en la paja y " ale"
a comer todas las noches